Origen
Hasta donde se sabe el proceso de la destilación fue
inventado por los alquimistas egipcios, quienes emplearon gran cantidad de
aparatos diseñados para vaporizar sustancias volátiles y tratar los metales con
ellas. Parece que, ocasionalmente, se
realizaba una especie de destilación
de líquidos. Por
ejemplo, se calentaba agua de mar
en calderos cubiertos y se sacudían las gotas condensadas en las tapaderas, con
el fin de usarlas como agua para beber. Asimismo, el aceite de pez se elaboraba
por el calentamiento del alquitrán y la subsecuente condensación de su vapor.
El mercurio se obtenía al calentar el cinabrio (mineral de sulfuro de mercurio)
sobre un plato de hierro, colocado dentro de una olla cubierta con un puchero o
‘‘ambix’’, en el que se condensaba el vapor de mercurio. Posteriormente, ese
término se usó para denominar al aparato completo de la destilación, en árabe
al anbiq, de donde procede nuestro alambique.
Los alquimistas
griegos, en el siglo primero de nuestra era, inventaron el alambique
para destilar sustancias. Un alambique o destilador está compuesto de tres
partes: una vasija en la que se calienta el material que se va a destilar, una
parte fría para condensar el vapor pro- ducido y un recipiente para recogerlo.
La destilación se inventó como un medio
para obtener un líquido capaz de atacar o colorear los metales.
En el mundo antiguo
Los conocimientos químicos de los árabes eran considerables.
Aunque no profundizaron en la química teórica, su química aplicada era
positivamente superior a la de los químicos helénicos. Un genio, Abu
Mussah-al-Sofi o Geber, quien vivió
alrededor de 760 dC describió métodos mejorados de
evaporación, filtración, sublimación,
fusión, destilación y cristalización.
Otros como Ibn-Sina, mejor conocido como Avicena, clasificaron minerales
y productos químicos y describieron muy detalladamente su elaboración. El
procedimiento de destilar alcohol y producir ácidos fuertes, como el sulfúrico
y el nítrico, afectaron de manera importante a muchas técnicas; la producción
de perfumes, por ejemplo, cambió totalmente.
Los descubrimientos árabes produjeron un gran impacto en la
Europa medieval, y sobre todo la alquimia pro- dujo furor en todos los reinos
europeos. Gradualmente se introdujo en Europa la práctica de enfriar el tubo de
salida del alambique y, a partir del siglo
XIV, la salida se convirtió en un serpentín condensador del que deriva
el refrigerante moderno. Con esta mejora se consiguieron recuperar, por
condensación, los líquidos y sustancias que tienen bajo punto de ebullición.
Las primeras descripciones europeas del alcohol datan de los alrededores del
año 1100.
El conocimiento de los ácidos y los disolventes de bajo
punto de ebullición, como el alcohol, resultó de extraordinaria importancia
para el progreso de la química, tanto teórica como experimental.
La modernidad
Los primeros libros sobre destilación aparecieron en el
siglo XVI (Brunschwig, 1500; Andrew, 1527); uno de ellos aparece más tarde, escrito por
Libavius (1606). Tuvieron que pasar muchos siglos para que, al llegar la
Revolución Industrial, se encontraran nuevos usos para la destilación.
A mediados del siglo XIX se descubrió la forma de fabricar
vidrio transparente, dúctil y capaz de soportar el calentamiento y enfriamiento
continuos. Este vidrio tuvo su aplicación inmediata en la fabricación de
aparatos y material de laboratorio. Ello significó una enorme ventaja sobre los
equipos de metal y cerámica que se venían utilizando, especialmente por la
resistencia química del vidrio, su transparencia y su maleabilidad, lo que
permitió la fabricación de nuevos y complicados instrumentos de laboratorio. En
el campo de la destilación, los alambiques se modificaron y aparecieron los
matraces, columnas y condensadores, semejantes a los empleados hoy. Desde
entonces, la destilación ha sido una de las técnicas de separación más
empleadas en los laboratorios y en la investigación química, al tiempo que se
la utiliza también como una técnica
analítica.
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